lunes, 22 de septiembre de 2008

Detalles crecidos

Estos días he andado deprimido, por muchas cosas. Los puntos frágiles en la relación con Mario están saliendo a flote. Esos detalles que cuando estoy bien los puedo sobrellevar, pero cuando estoy en este estado emocional, se convierten en demonios de los cuales soy presa.

En este momento, me afecta particularmente uno de ellos: el ir a su casa. Resulta que el día de mañana tengo que esperar cierto paquete aquí en casa. El colmo es que ni siquiera es para mi. Le envie un mensaje para avisarle que no iría, porque ya no nos hablamos en la noche, debido a que a el le es molesto. En el mensaje que le envié, le propuse (mas bien, le pedí) que viniera a verme. El me llamó y me dijo que no. ¿La razón? Simple y llana flojera. Me molestó mucho el que no haya querido venir por eso, pues yo la inmensa mayoría de las veces (mas del 98%) yo he ido a verlo a su casa, o a donde el me cita con sueño, sin sueño, tras una noche de insomnio, o levemente enfermo. No dejo de reconocerle todo lo que hace por mi, y se lo agradezco muchísimo, sin embargo, creo que también me hacen falta otras demostraciones de afecto.

Detalles. Los malditos detalles.

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