miércoles, 22 de octubre de 2008

Serología

Todo empezó hace algunas semanas, cuando me vi forzado a donar sangre (mi padre excede la edad, aparte de que ya sufrió un infarto y mi mamá es hipertensa), pues mi abuela estaba en el hospital con una fractura de cadera provocada por una caída, su quinta caída en estos últimos años.

Después de hacer un profundo trabajo psicoterapéutico individual y privado para convencerme de donar sangre (odio las agujas, y en este caso, no fue una aguja, mas bien parecía un tubo para sacar petróleo, según pude comprobarlo después), fui al banco de sangre a donar. Lo malo es que llegué una hora antes de que abrieran en la mañana el banco de sangre, aprovechando que mi mamá se quedaría a cuidar a mi abuelita.

A las 8:00 de la mañana me llamaron para registarme. Presenté una hoja de donación, con los datos de mi abuela, y mi credencial de elector. Después de 20 minutos, me sacaron tres tubos de sangre, los cuales eran unas muestras para análisis sanguíneos, loa caes tendría que pasar a recoger tiempo después, y, diez minutos después pasé a una entrevista donde me preguntaron desde antecedentes familiares de salud, historia médica y hábitos sexuales.

Después de mas de una hora de espera, por fin, pasé a donar sangre. Después de ponerme la aguja tamaño jumbo, me indicaron que cerrara y abriera la mano izquierda (el brazo derecho lo había usado para las muestras), hasta llenar la bolsa de medio litro y que no me durmiera. Yo nada mas veía hacia el piso, donde estaba la bolsa con mi sangre, la cual crecía lenta pero constantemente, hasta que la llené. Después de esto, me llevaron a la cafetería y pude desayunar algo.

Al salir de ahí, fui a ver a mi abuela, y me fui a realizar mis actividades cotidianas. Mi vida transcurrió normalmente.

Paso algún tiempo para que me entregaran los resultados. Ese tiempo la pasé sin preocuparme demasiado. Sin embargo, hoy tenía que pasar por los resultados, por lo cual estaba bastante nervioso. Nuevamente, llegue una hora antes de que abrieran para entregar los resultados de los análisis de donación. Eran las 16:00 horas. Me fui a dar una vuelta a un centro comercial cercano al hospital, vi discos y me compre un chocolate caliente, el cual casi derramo por completo al ponerle mas azúcar. Era un manojo de nervios, pues uno nunca sabe bien a bien que esperar.

Por fin, dieron las 17:00 horas. Fui por los exámenes. Entregué una copia de la hoja de donación y mi credencial de elector. A los minutos (los cuales me parecieron horas) me llamo un doctor. El galeno, ya de cierta edad, me entregó los resultados. Ninguna de las pruebas serológicas salió positiva. Respiré tranquilamente, de nuevo. De algo ha servido el condón, después de todo.

No hay comentarios: